martes, 4 de diciembre de 2007

Mira que intento que no me afecten las críticas...

Pues el otro día me volví a leer el último post, y la verdad es que lo encontré muy del tipo "me gusta dar pena". Cuando lo escribí tenía un día de estos estresados, de los que se hacen cuesta arriba, y lo escribí del tirón, porque lo tenía perfectamente estructurado en la cabeza. No es la primera vez que me da por escribir movidas autoconmiserativas, pero en este caso había una diferencia, y es que lo hice como un ejercicio de estilo.
En los últimos tiempos he estado leyendo bastante los blogs de Hernán Casciari, sobre todo "Espoiler", que sale en elpais.com. Lo que en un principio era un interés puramente profesional dio paso a un gusto genuino por el método de escritura del argentino. Que me gusta, vamos. Así que me apetecía escribirme una pieza graciosa sobre algo terrible (estar de bajón es chungo, ¿no?), aunque que lo consiguiese es otro cantar.
Pero, si no es para experimentar libremente, ¿para qué sirve un blog? Pa ná.
Todo esto viene porque no es fácil escribir. ¿Cómo empezar? ¿Cómo expresar lo que quieres decir de la forma más adecuada posible? ¿Cúando acabar? Requiere, por lo menos, práctica y buen gusto.
Y la mayor parte de las veces el resultado te deja descontento.
Por eso las críticas joden, porque crean muchas inseguridades. Por culpa de esas inseguridades se frustró mi (potencial) carrera artística.
Y todo esto porque un colega me dijo que si había escrito el post anterior para dar pena a las tías...

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